Fumiplagas Control S.L.

Certificado de manipulador de alimentos

IMG_1428-0.PNG Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, manipulador de alimentos es “toda aquella persona que por su actividad laboral tiene contacto directo con los alimentos durante su preparación, fabricación, transformación, elaboración, envasado, almacenamiento, transporte, distribución, venta, suministro y servicio”. Según la normativa vigente, el empresario se responsabilizará de que todo el personal empleado disponga de la formación necesaria para la correcta manipulación de alimentos. Si el carnet de manipulador de alimentos de alguno de sus empleados fue emitido con anterioridad a 2008 debe renovarlo, ya que la normativa que lo regulaba (RD 2505/83) indicaba de forma expresa la obligatoriedad de renovar cada 4 años. Teniendo en cuenta la obligación de todas las empresas alimentarias de asegurar la correcta formación de sus trabajadores en lo relativo a la manipulación de alimentos y que ésta debe ser continuada y adecuada a la actividad laboral que se desempeña, se recomienda renovar, como máximo, cada 4 – 5 años. Los responsables de las empresas del sector alimentario deberán disponer de la documentación que demuestre los tipos de programas de formación impartidos a sus manipuladores, la periodicidad con que los realiza, en su caso, y la supervisión y vigilancia de las prácticas de manipulación, que habrán de acreditar, en las visitas de control oficial por parte de la administración. En Fumiplagas Control S.L. impartimos la formación necesaria y emitimos los certificados correspondientes para que su personal esté siempre en disposición de atender a sus clientes de forma segura y satisfactoria.

– Descarga el manual formativo. (Sólo para clientes o interesados en recibir la formación)

Solicita el código en: info@fumiplagas.es  

JUSTIFICACIÓN / DESCRIPCIÓN DEL CURSO: 

El R.D. 109/2010 establece que las empresas del sector alimentario están obligadas por normativa a formar a los manipuladores de Alimentos en cuestiones de higiene alimentaria. Este decreto traslada la responsabilidad en materia de formación a los operadores de empresas alimentarias, que habrán de acreditar, en las visitas de control oficial, que los manipuladores de las empresas han sido debidamente formados. Estos cursos de manipulador de alimentos tienen que realizarlos personas que por su actividad laboral tienen contacto directo con los alimentos durante su preparación, fabricación, transformación, elaboración, envasado, almacenamiento, transporte, distribución, venta, suministro y servicios de productos alimenticios al consumidor. Y siempre con un objetivo común: la formación en el campo de la higiene y la seguridad de los alimentos de unos profesionales cada vez más conscientes de su papel en la salud y bienestar de sus potenciales consumidores.

 NUEVAS MANERAS DE FORMAR MANIPULADORES DE ALIMENTOS 

Los cursos y sistemas tradicionales de formación en materia de higiene y seguridad alimentaria se han quedado obsoletos y surgen nuevos formatos más efectivos Además de los clásicos cursos de manipuladores de alimentos, en los que se trata de manera presencial un temario más o menos tradicional en materia de higiene y seguridad alimentaria, las nuevas tecnologías y formatos hacen posible disponer de una gran variedad de sistemas de aprendizaje según las necesidades de cada profesional de la restauración o la industria alimentaria. Estas nuevas tecnologías permiten sobre todo el aprendizaje no presencial: universidades y campus virtuales, seminarios on line o congresos virtuales con asistencia remota no presencial mediante páginas web en las que se incluyen las intervenciones de los ponentes o entrenamientos interactivos.

NUEVOS FORMATOS DE APRENDIZAJE

La aplicación de las tendencias más avanzadas en el campo de la formación, y que se han aplicado a otros sectores punteros como el empresarial o el marketing, permiten el desarrollo de nuevos formatos en el aprendizaje también en el campo de la seguridad alimentaria. El conocimiento del colectivo al que van dirigidos sugiere formatos informales y distendidos, como charlas entre colegas con un experto sobre un tema del que se quieren transmitir dos o tres conceptos claves, casi siempre en un entorno lúdico, como es el caso de los formatos Work Coffee o, aún más específico en cocina, Work Wine & Beer. Estos eventos, poco o nada académicos y realizados en grupos reducidos, son muy enriquecedores porque fomentan la participación y la personalización dentro del aprendizaje y estimulan el interés sobre el tema.

HACIA UNA CULTURA EMPRESARIAL DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA 

Los nuevos programas de formación valoran no solo las aptitudes, sino también las actitudes del profesional. Pero ya no se trata solo de realizar unas horas de aprendizaje, ni siquiera de superar una serie de test más o menos complicados para obtener un título como el ya desaparecido carné de manipulador. Hay que recordar que una directiva europea adoptada hace poco por la legislación española establece que los titulares de las empresas del sector serán los responsables de la formación de sus empleados en materia de higiene alimentaria. Estos cambios normativos revisten una importancia vital, ya que suponen que la Administración deja de tutelar la formación de los manipuladores de alimentos, tanto por la ausencia de autorización previa de las empresas o entidades que se dedican a esta actividad como por la inexistencia de mínimos de formación, tanto en lo relativo a contenidos como a metodología de la misma. En realidad, es una adaptación al nuevo marco de responsabilidades, en lo concerniente también a la formación de los trabajadores de la cual las empresas alimentarias son responsables. Pero esto no supone un paso atrás, sino todo lo contrario. Las expectativas son mucho más ambiciosas: el objetivo es formar profesionales en materia de seguridad alimentaria e higiene, en lo que se denomina la Cultura de la Seguridad Alimentaria dentro de la empresa. En estos programas no solo se valoran las aptitudes, sino también las actitudes de cada persona, y se potencia el comportamiento como un elemento básico al gestionar la seguridad alimentaria. Se guía a los responsables de las empresas del sector alimentario a través del proceso de creación de una cultura organizacional que garantice unos alimentos seguros que satisfagan los requisitos de los consumidores y, por supuesto, el marco legal de sus productos. También se establece un entorno adecuado para desarrollar la responsabilidad de gestión colectiva, fundamentada en la comunicación a todos y cada uno de los empleados de la empresa, de los objetivos de la seguridad alimentaria, y mejora continua mediante sistemas de gestión de la seguridad alimentaria (APPCC). No en vano, la formación de los trabajadores de la empresa alimentaria se reconoce como uno de los pilares básicos para asegurar la higiene en cada una de las fases y de los procesos de la misma y conseguir la producción de alimentos seguros.